Nuestra voluntad se transforma en comportamiento a través del cuerpo. Somos un registro móvil de nuestras acciones pasadas y futuras.  

En vigilia, cada sujeto existe a través de una estructura visible y flexible (cuerpo) dotada de capacidades que permiten la interacción con otros “seres existentes”; la mas primitiva de las interacciones es la comunicación intra – especie, para lo cual,  utilizamos codificadores de información como los sentidos y procesos cognitivos como el lenguaje. 

Si bien el cuerpo puede ser descrito como un conjunto de partes; en el siguiente texto pretendemos describirlo como sistema abierto, esforzando nuestra imaginación al limite lo podemos concebir como un “estado transitorio”, argumentando en rigor de verdad,  que nuestro cuerpo es altamente cambiante y sensible al entorno. 

Muy en el pasado quedó el concepto de cuerpo-maquina, impuesto como pesado grillete que limitó nuestra evolución cognitiva y espiritual, en aquel momento se hacia referencia a una estructura pesada y solida con la que debíamos cargar, constituida por partes cuyo funcionamiento se asemejó a la maquinaria de un reloj; por el contrario en la actualidad nos concebimos como seres cambiantes, permeables a  diferentes niveles de información, en un constante movimiento de auto- modificación al mismo tiempo que transformamos el entorno.

Vamos paso a paso, desmarañando este planteamiento.  Como ejemplo usaremos el proceso de maduración motriz en un niño que aprende a caminar; entonces, el niño  en su proceso biológico cursa con una serie de transformaciones en el vientre de la madre, para nada se trata de una tabula raza a la que debemos imprimir información, cada modificación corporal es un salto cualitativo; imaginemos la formación de los pulmones, los cuales, permiten la inspiración del liquido amniótico, contenido que a su vez perfecciona en forma y función a los pulmones, de este mismo modo, el paso por el canal del parto estimula al recién nacido para expulsar dicho liquido y con ello, conseguir la independencia de la oxigenación (una función que ya no es propiciada por la madre, sino que es una tarea de emancipación ejecutada por el bebe).

Después del parto, el contacto con el entorno trasciende de dimensión (ya no en el adentro, sino en el contacto externo a través de  los sentidos) en nuestro ejemplo la posibilidad de caminar implica el desarrollo del tono muscular, madurez de los reflejos, gateo, entre otros; cada cambio genera una modificación en la red neuronal que a su vez posibilita la la realización de otras acciones.

Por tanto, las habilidades no son instaladas tipo “programa informático”, el cual, una vez cargado se podrá ejecutar; son mas bien, un aprendizaje que se apoya totalmente en la acción, a cada “paso” se perfecciona el patrón de movimiento y a su vez se adapta el cuerpo. 

La acumulación de estímulos y experiencias es necesaria para el salto comportamental. Nuestra acción modifica nuestro cuerpo 

Por lo abstracto del concepto, me permitiré representarlo a través de otro ejemplo 

Un sujeto presenta un accidente cerebro vascular, lo que es conocido como infarto cerebral, puede ocurrir por muchas causas, pero digamos que en nuestro ejemplo el individuo tiene un trombo que bloqueo la llegada de sangre a una zona cerebral  asociada con el movimiento, por tanto, causa alteración en la movilidad de su brazo y pierna derecha, esto modifica su comportamiento, ya que debe crear estrategias para  solucionar lo que antes hacia con facilidad, debe re-aprender las actividades cotidianas. 

De una manera lineal, podemos decir que:  1. Tenemos una enfermedad que causa lesión en el tejido cerebral, 2. Un consecuente cambio en la estructura cerebral, 3. se modifica el movimiento corporal, 4. cambia el comportamiento. Aparentemente una cosa lleva a la otra; sin embargo, al ampliar nuestro enfoque descubrimos un espiral, puesto que, el cambio de comportamiento cambia a su vez las conexiones neuronales. 

Todo hasta este momento muy medico y sin sorpresas. 

Veamos ahora un ciclo inverso: un músico que pasa las tardes entrenando para tocar la guitarra, en la ultima semana se dedica al aprendizaje de un nuevo acorde de alta complejidad, demanda atención y dedicación, al principio su desempeño es algo torpe, pero después de unos días se hace más fácil, hasta realizarlo con total naturalidad. 

¿Qué ocurrió? 

Algo increíble,  el músico con entrenamiento modificó su cuerpo,  lo comportamental cambió la estructura neuronal dando agilidad a sus dedos; cada aprendizaje, tal como, una nueva dirección, una receta de cocina, una canción, incluso un nuevo concepto, genera modificaciones en nuestra red neuronal. 

Por tanto, es nuestra responsabilidad decidir de que manera queremos hacernos, a que tipo de música o alimentos queremos exponernos, teniendo total conocimiento que cada acción implica un cambio en nosotros y una transformación del entorno.